martes, 6 de septiembre de 2011

Perdidos

A pesar de todo nos perdemos.

Hay momentos que llegamos a un callejón del que no sabemos cómo salir, o a un cruce con tantos caminos que ignoramos hacia dónde girar, o un sendero que se desdobla en tantos otros que nos quedamos paralizados, sin poder reaccionar. Y entonces esperamos, y deseamos, que alguien pase por allí, y que nos coja de la mano y nos guíe, que nos indique cuál es la senda correcta, la que nos llevará a la realización personal...

Y a pesar de que el tiempo pasa continuamos esperando, y esperamos, esperamos, esperamos esperamos esperamos. Y a nuestra piel le salen manchas, y arrugas, nuestro pelo se encanece, nuestro corazón se deshidrata, y nuestros ojos nunca dejan de estar húmedos, con el lánguido brillo de la esperanza iluminándolos, conscientes de que nadie nos salvará, conscientes de que si queremos llegar al destino tenemos que recorrer el camino, pues es al final del mismo donde nos espera la mano que no nos guiará, sino que nos acompañará en busca del próximo sendero.

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