viernes, 5 de agosto de 2016

Sin reacción

Con el estómago lleno es fácil pensar en otras cosas, o simplemente no pensar. Te comes un buen plato de guiso de papas con fideos (gruesos), un filete, un poco de jamón y melón, y, para asentar la comida, te tomas un poleo menta bien calentito (aunque sea verano, entra mejor así) y te quedas a gusto.

Con el estómago lleno deberíamos poder pensar con mayor claridad al asimilar el organismo más glucosa que le da energías al cerebro. No obstante, en estos tiempos que corren parece que nos tiene que faltar la glucosa para pensar de verdad.

29 de julio de 2014

No hay comentarios: